CATEDRAL DE CIUDAD RODRIGO

Historia

Dedicada a Nuestra Señora Santa María y declarada Monumento Nacional en 1889, la construcción de este templo, orientado hacia naciente, debió de iniciarse en los años finales del reinado de Fernando II de León (1157-1188) o en los primeros de su sucesor, su hijo Alfonso IX de León (1189-1230), quizás el principal y primer gran impulsor de la obra. Comenzada siguiendo un proyecto tardorrománico, que aún conserva en buena medida en su perímetro exterior a pesar de las modificaciones posteriores (antesacristía, capilla mayor, capilla del Pilar y sacristía), dibuja planta de cruz latina con cabecera triabsidal escalonada. Cuenta con tres portadas que dan acceso al interior del templo. Y se completa al norte con el claustro.

La portada norte, del Enlosado o de Amayuelas, fruto en sus dos tercios inferiores de la primera campaña de trabajos, que cabe suponer se prolongó durante las tres primeras décadas del s. XIII, se decora con motivos romboidales y florales. Esta portada cuyo atrio quedó configurado en su actual disposición a finales del s. XVIII, se completa hacia la cabecera con un arco ciego engalanado en sus dovelas con once cabezas humanas. Llama la atención en esta portada su falta de simetría, acentuada con la apertura en la parte alta, en el s. XIV, de un gran rosetón bajo un arco conopial.

Perpendicular a esta portada está el muro de cierre de la crujía Este del claustro, rematada en una balaustrada con elementos decorativos del gótico final y del primer renacimiento, al igual que ocurre en la hornacina avenerada que acoge una imagen de la Virgen, y en el que destaca la llamada puerta del Esviaje, abierta en 1540 y en la que su autor, García de la Puente, mostró su gran maestría en los cortes de cantería.

La portada meridional o de las Cadenas, fruto en su mitad inferior de la primera campaña de trabajos y que al igual que la portada norte denota una clara asimetría potenciada por el gran rosetón abierto en lo alto, también queda precedida por un atrio configurado en su aspecto actual en 1783. La puerta voltea arco de medio punto y tres arquivoltas que descansan en columnas con capiteles animados con motivos vegetales los extremos y con arpías los centrales. Sobre ella, brillan cinco magníficas esculturas del primer tercio del siglo XIII, que representan a El Salvador, flanqueado por cuatro apóstoles: San Pedro, San Juan, San Pablo y Santiago (orden). Todos en actitud hierática y vestidos con túnica y mantos con pliegues muy verticales.

Encima del arco discurre una galería de doce arcos apuntados que acogen otras tantas esculturas góticas, labradas en torno a 1230. Fueron identificadas con personajes del Antiguo Testamento, de izquierda a derecha son: Abraham, Isaías, la reina de Saba, Salomón, Ezequiel, Moisés, Melquisedec, Balaam, David, Elías, San Juan Bautista y Jeremías. Hacia la cabecera lucen dos arcos ciegos superpuestos, amparando el superior la escultura de una Virgen con el Niño.

Hacia los pies del templo sobresale, rompiendo el primitivo perímetro del edificio, la capilla del Pilar, levantada entre 1748 y 1753, destacando en su parte inferior una ventana, flanqueada por cuatro columnas corintias, una perdida, de fustes estriados copiosamente decorados con sartas vegetales. El promotor de esta capilla fue el obispo zaragozano don Clemente Comenge. En el muro de la nave sur, al igual que en el de la norte, destacan, provenientes de la primera campaña constructiva, las magníficas ventanas tardorrománicas que las iluminan directamente.

La fachada de poniente, que luce de la obra originaria el friso de siete arquillos ciegos trilobulados que adornan el exterior de la capilla del Sagrario, aparece dominada por la portada occidental y la gran mole de la torre, que se eleva sobre el Pórtico del Perdón o de la Gloria, al que además protege. Cruelmente maltratadas durante la Guerra de la Independencia, como muy bien lo patentizan las huellas de las bombas. Levantadas entre 1764 y 1772, ambas fueron ideadas por el arquitecto Juan de Sagarbinaga.

En el interior, fruto de la primera campaña constructiva, las tres naves aparecen diferenciadas por pilares con semicolumnas. Las bóvedas de las naves laterales, realizadas ya bien avanzado el s. XIII, son cupuliformes; idénticas a las que ya en el s. XIV se utilizaron para cerrar el crucero y la nave lateral, si bien estas aparecen animadas con esculturas, entre las que destacan las sitas en el primer tramo de la nave, desde la cabecera, que representan a un rey, una reina, un obispo y un mendicante.

Y que la historiografía local identifica con Fernando II, doña Urraca, el primer obispo civitatense y San Francisco de Asís.

Las capillas laterales, a las que se accede a través de arcos apuntados y que hoy están protegidas con unas rejas idénticas de mediados del s. XVIII, mostrando como única diferencia los escudos del remate.

La capilla del evangelio, fue enterramiento de la familia de los Chaves. La capilla de la epístola, fue el panteón de los Pacheco.

La primitiva capilla mayor, que amenazaba ruina, fue sustituida en el s. XVI por la actual, para la que dio nueva traza en 1540 Rodrigo Gil de Hontañón. Esta capilla estuvo presidida por el destacable retablo pintado entre 1480 y 1488 por Fernando Gallego, y algunos de sus colaboradores, y que en la actualidad se encuentra en el Museo de la Universidad americana de Tucson, en Arizona.

En los tramos centrales de la nave principal se significa de forma maravillosa el coro catedralicio, cuyos muros perimetrales, en los que aún se conservan dos pequeñas pero bellísimas puertas coetáneas a su realización, rematan en una engalanada y calada crestería gótica y cuyo acceso queda cerrado por una monumental reja forjada en 1699.

La sillería coral, en cuyo centro luce un facistol de madera forrado parcialmente con chapa de bronce, fue contratada en 1498 por Rodrigo Alemán, quedando finalizada entre 1502-1507. Rodrigo Alemán y sus colaboradores labraron 72 sillas colocadas en dos órdenes. En esta obra Rodrigo Alemán puso de manifiesto su imaginación y su amplio conocimiento de fuentes religiosas y profanas muy diversas.

El coro cuenta con dos órganos, el órgano pequeño o realejo, dispuesto en el lado del evangelio, fue realizado en 1727 por Pedro Liborno Echevarria; el mueble del grande, situado en el lado contrario desde finales del s. XVIII, se debe a Manuel de Larra Churriguera, que lo diseñó en torno a 1730. Por su parte, el trascoro es obra de Ramón Pasqual Díez, que lo realizó en estuco imitando mármoles en 1787.

El Pórtico del Perdón o de la Gloria, situado a los pies de la Catedral, se organiza a partir de un doble acceso que, dividido por una esbelta columna rematada en una pétrea Virgen con el Niño, queda flanqueado a cada lado por seis columnas, unas con capiteles vegetales y otros historiados. Las arquivoltas se adornan con figuras y la representación principal del tímpano es la Coronación de la Virgen. La realización de esta labor escultórica habría que fecharla, como muy pronto, a mediados del s. XIII.

Al claustro se accede a través de una sencilla puerta, abierta en la primera fase constructiva del templo, cuyo mayor interés se esconde por el lado del claustro donde voltea arquivoltas anicónicas que descansan en columnas con capiteles florales, los de la derecha restaurados. En planta dibuja un cuadrado casi perfecto, dividiéndose cada lado en cinco tramos rectangulares, cuyos arcos perpiaños son contrarrestados en el patio por contrafuertes, más los angulares, en este caso cuadrangulares. Levantadas las pandas occidental y meridional en el siglo XIV, las dos restantes datan del segundo tercio del XVI. Las galerías, a imitación de la de poniente, la más antigua, rasgan arcos apuntados divididos por tres o dos columnas con capiteles vegetales y figurativos, intervenidos drásticamente en 1911 por J. Tarabella, que sostienen arcos trilobulados que sustentan claraboyas con trifolios y cuadrifolios. En el ángulo suroeste fue enterrado el cantero que dirigió la obra de las crujías góticas en un sepulcro con un calvario bajo el que se lee esta inscripción:

“AQUI:YAS:BEN: / EITO:SÁNCHEZ:M / AESTRE:QUE:FUE: / DESTA:OBRA:Y DIOS / LO:PERDONE:AMEN:”

Las dos crujías restantes, que con las ya realizadas no desentonan, se levantaron entre 1526 y 1539 bajo la dirección del cantero Pedro de Güemes, cuyo retrato aparece acompañado de un compás, símbolo de su oficio, y de su escudo en un medallón, junto a otro con el del racionero Villafañe, en la portada plateresca que abierta en la galería oriental da paso al patio.